La arquitectura futurista se caracterizó en sus
inicios por el antihistoricismo y largas líneas horizontales que sugerían
velocidad, movimiento y urgencia. Entre los temas predilectos de los futuristas
se contaban la tecnología e incluso la violencia. El movimiento futurista fue
fundado por el poeta Filippo Tommaso Marinetti, que firmó el Manifiesto
del futurismo en 1909. El movimiento atrajo a poetas, músicos y artistas
(como Umberto Boccioni, Giacomo
Balla, Fortunato Depero y Enrico Prampolini) y también a
arquitectos, entre los que se encontraba Antonio Sant'Elia, que, aunque
construyó poco, tradujo la visión futurista al entorno urbano.
El arte de construir ha podido evolucionar en el tiempo, y
pasar de un estilo a otro manteniendo inalterados los atributos generales de la
arquitectura, porque en la historia son frecuentes los cambios de la moda y los
que produce la sucesión de religiones y regímenes políticos. Pero son rarísimas
las causas de cambios profundos en el entorno, las causas que rompen y
renuevan, como el descubrimiento de ciertas leyes naturales, el
perfeccionamiento de los medios mecánicos y el uso racional y científico del material.
El proceso consecuente de desarrollo estilístico de la
arquitectura se detiene en la vida moderna. La arquitectura se separa de la
tradición. Se comienza necesariamente de cero.
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